La danza del vientre me abrió un
mundo, me ayudó a soltar (aún me dedico y estuve dando clases un
tiempo) y me conectó con mi sensualidad, pero seguía faltando
algo, yo seguía sin sentir mi útero, sabía la teoría pero mi
cuerpo no respondía, el camino no era tan corto!! Quedó claro para
mí observando el mundo de la danza oriental, que se puede bailar
danza del vientre con una técnica impecable , y totalmente
desconectada del interior.
Fué solo cuando contacté con la
Diafreo que di con la llave, y todas las partes se empezaron a juntar
como si fuera un puzzle que llevara todo el tiempo esperándome.
Lo primero que me sorprendió fué
darme cuenta de que no era sólo el útero de lo que estamos
desconectadas, la mayoría no habitamos internamente nuestro cuerpo
ni sabemos reconocer las señales que nos manda.
A esto le llamamos la coraza, en
palabras de Wilhem Reich, y es sobre todo muscular. Usamos los
músculos para olvidar. Para no sentir un dolor o aislar una
información conflictiva que proviene de nuestro cuerpo, para no
expresar (retención de la expresión emocional, llanto, golpes,
miedo) tensamos los músculos, paramos la respiración. Si este tipo
de respuesta se repite y se hace crónica, al final tenemos unos
músculos tensos, acortados, que determinan nuestra forma corporal,
sacando las articulaciones de su eje armónico, condicionando la
forma de nuestro cuerpo y un mecanismo de respuesta aprendido que nos
hará reaccionar igual cuando una situación se parezca o nos evoque
la situación traumática, patrones de comportamientos que queremos
cambiar desde la voluntad y tanto nos cuestan porque no es la mente
la que responde, sino todo el cuerpo. Músculos, hormonas,
respiración etc.
Los sistemas de poder, la jerarquía,
el juicio, el chantaje, la baja autoestima etc.. están escritos en
nuestros cuerpos y si no nos recuperamos desde este primer lugar
seguiremos repitiendo patrones de injusticia, contra nosotras y el
resto, comportamientos patriarcales o lo que cada uno lleve dentro
por su historia personal, de manera inconsciente.
Respecto a la pelvis “todas sabemos
la de horas que hemos pasado sentadas sin movernos mientras nos
alimentaban el cerebro de datos y pocas experiencias. Aprendimos a
desconfiar de las respuestas que venían de nuestro interior. No nos
sentimos desde dentro. Estamos en la era de sobrevaloración de la
imagen. Nos miramos en el espejo y nos juzgamos a través de la
vista. Nos obligamos a acercarnos a una imagen determinada y
enjuiciarnos desde este modelo, lo que nos aleja de nosotras. No
importa como nos sentimos por dentro. Nos miramos desde la mirada que
el otro va a posar sobre nosotras. Esto equivale a juicio, y el
juicio es enemigo del amor. ¿Cómo podemos amarnos entonces?”
(Cirerol, M.)
Para muchas mujeres (los hombres
también tienen conflictos con sus pelvis) la pelvis ha sido una zona
conflictiva: Para no hacerse pis antes de completar la maduración de
esfínteres, (contracción de la musculatura pélvica para sustituir
esfínteres), la orden se automatiza: no soltar. “Conflicto en el
entorno cuando la niña se empieza a tocar. Conflicto si se ha sido
objeto de cualquier tipo de abuso o insinuación sexual. Conflicto
con la llegada de la menstruación, conflicto por la estimulación y
prohibición simultáneas de la sexualidad. Y un largo etc de
modelos, silencios, represiones transmitidas a través del
inconsciente colectivo femenino que no nos prepara para tener una
relación amorosa con esta parte del cuerpo, que debería ser fuente
de vida y placer.” (Cirerol, M.)
Sin contar la falta de información en
nuestra infancia, acerca de qué es el útero, los genitales, para
que sirven, cómo funcionan los ciclos femeninos, y por supuesto
ningún tipo de estimulación a la escucha de estos órganos ni a la
escucha de nuestro propio cuerpo (sensaciones y emociones). Tampoco
hacemos vida en asientos bajos ni en cuclillas, y alejamos nuestra
pelvis del suelo todo lo que podemos (tacones, plataformas..), de
hecho mover la pelvis en danza, por ejemplo, se tiene como una
invitación al hombre al sexo, como un modo de conquista del macho, y
esto es sólo un ejemplo de la gran violencia interiorizada contra la
mujer, que todas y todos llevamos dentro.
Qué diferencia con los orientales para
los que la pelvis, el vientre, es el centro de la vida, el hara, el
almacén de nuestra energía vital, donde se crea la vida, el centro
de la creatividad.. Poder sentir y habitar nuestra pelvis nos conecta
con la tierra, nos ayuda a estar presente y no desestructurarnos, a
estar en paz.
Todo esto sólo en nuestra pelvis!!
Muchas mujeres tienen problemas de
menstruación, ovarios, infecciones repetidas. Una pelvis contraída
tiene menos defensas, peor circulación sanguínea y energética y
peor drenaje.
¿Cómo, ante este panorama podemos
querer ir a conectar con el latido del útero, al que sólo sentimos
cuando nos duele?
En Diafreo a partir de un trabajo
basado en la fisioterapia de Mézières buscamos devolver poco a poco
el cuerpo a su eje armónico, pero en este camino se despierta la
memoria muscular, al abrir vías aparecen las causas de las
tensiones, las emociones retenidas, informaciones no accesibles hasta
el momento, que intentamos acoger, expresar y elaborar.
Después y a veces durante el trabajo,
proponemos las visualizaciones, muy importantes para la reconexión,
el ir a ocupar nuestra pelvis desde dentro. Pero sobre todo, será el
poder vivir las emociones retenidas, sin catarsis, sin volver a
tensar, integrándolas, y cambiando el patrón de respuesta, lo que
nos permitirá poco a poco acceder de nuevo a nuestras atrofiadas
pelvis, liberar la tensión y habitarnos y disfrutarnos.
Suele ser un camino lento, pero eficaz,
que nos ayuda a cambiar este violencia interiorizada contra nosotras
mismas: (culpa, baja autoestima, etc) con las implicaciones que estos
cambios pueden tener a nivel social, y de las siguientes generaciones
de niñas sintiendo sus pelvis y úteros vivos, aprendiendo una
relación sana y de auto-amor, ayudando así a que las mujeres nos
reapropiemos de nuestro espacio, en todos los sentidos.
Salud y buen viaje!
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gracias! me ha encantado leerlo!
ResponderEliminarGracias a todas vosotras por leerlo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Carol